Friday, January 27, 2006
NATURALEZA Y CIVILIZACION
En su libro “Stevenson bajo las palmeras”, Alberto Manguel recrea los últimos meses de vida del autor escocés, en una isla perdida en los mares del Sur. Allí escucha la historia de un predicador inglés que llegó a la isla de Salamandra. En ese lugar, los nativos hablaban una lengua extraña hecha de gruñidos y cacareos. El misionero tendría que permanecer muchos meses hasta aprender aquella lengua, para poder predicar el Evangelio a los salvajes. En ese tiempo empezaron a ocurrir muertes. Las mujeres y los niños, los ancianos y poco a poco todos los pobladores de la isla fueron enfermando y muriendo. La causa de la epidemia era una benigna variante de la viruela que el hombre europeo había llevado consigo a la isla. Sin defensas, fueron cayendo uno tras otro. Para cuando el misionero dominó el idioma de la isla, ya no quedaba nadie a quien proclamar la Palabra.
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ReplyDeleteLas casualidades no siguen...nos persiguen! Precisamente estoy leyendo un libro de ensayos de Stevenson (Memoria para el olvido). Qué bueno.
ReplyDeleteLa vida es a veces como la historia que cuentas, aparentemente absurda y casi siempre inexplicable.
Pero por suerte, otras veces resulta ser deliciosamente inesperada.
Un abrazo.
(Estoy tocadísima después de haber visto "Brokeback Mountain", quería colgar una entrada en mi blog pero...no puedo hablar de ello, no me sale nada.)
Quiero ver esa película, y ya la comentaremos. En realidad el libro de Manguel me ha impresionado porque trata del tema de la sombra: a Stevenson le preocupaba la existencia del mal en el corazón humano. En el libro (de Alianza), Stevenson reprime ese lado vil y violento, de una forma muy frecuente: da a leer a su esposa Fanny cuanto escribe, porque sabe que le va a hacer quemar todo lo que no sea correcto. Ve muy bien Manguel ese conflicto de Stevenson: quiere ser bueno. Pero nadie es solo bueno. Hay que abrazar nuestra sombra (cazarla, como Peter Pan)...Besarkada bat.
ReplyDeleteEl invasor que con buenas intenciones pretende imponer sus costumbres, su idioma, su religión... y lo que provoca es la muerte y la destrucción. Todo es interpretable desde distintos puntos de vista, pero para algunos no hay posibilidad de interpretar, sólo hay imposiciones.
ReplyDeleteSaludos
Sí, Gatito. Al colocar el cuadro de Gaugin sentía la belleza de esa vida natural, los colores, la inocente desnudez...y creo que Gaugin se dejo llenar de eso. También Stevenson. Me gustaría dejarme llenar por lo distinto a mí. Abrir la mente a lo que no conozco, lo que no comprendo...¿No es la diversidad una riqueza? El misterio de la riqueza humana. Voy a reeditar la entrada poniendo más grande la foto. Para tí.
ReplyDeleteEfectivamente, Francisco, la diversidad es una riqueza como bien dices. La ilustración del post con el cuadro de Gauguin es todo un acierto. Me encanta este pintor y te doy las gracias por el detalle. Saludos
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