Tuesday, January 31, 2006
OJOS DE TURISTA
Como todas las mañanas, he dado mi caminata por el Paseo de las Delicias. El día estaba frío y luminoso. En el cielo, esas nubes ambarinas que tanto me gustan. Frente a la Torre del Oro, dorada por el sol, unos turistas japoneses risueños y atropellados se retorcían para buscar el mejor encuadre a sus fotografías, mientras su guía -también oriental- conversaba cansinamente a la puerta del autobús con un conductor local, haciendo tiempo.
He vuelto a pensar, como otras veces, lo distinto que se ve todo con ojos de turista. Las cosas que vemos a diario, las ven ellos por primera vez. Todo es nuevo, bello y brillante. Todo es fotogénico. Yo también he sido turista y los comprendo. Recuerdo cuánto me impresionó Estocolmo que, no sé por qué, a un sevillano que venía con nosotros, le recordaba a Sevilla.
He seguido paseando y mirando esta ciudad preciosa, esta luz. Esta belleza cotidiana que, a veces, no veo. Y he recordado una cita de Heráclito: "A veces uno no ve lo que tiene en la palma de la mano". Y tiene que irse muy lejos para darse cuenta.
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Que nadie se moleste, por favor, pero yo creo que lo del sevillano y Sevilla era un caso más de cierto mal endémico...
ReplyDeleteUn abrazo.
Me gusta mirar las cosas como si fuera la primera vez que las veo. Con ojos nuevos, inocentes. Soy un turista perpetuo en mi propia ciudad. De vez en cuando me voy a recorrer los barrios y me admiro de lo que han cambiado. Es como vivir con más intensidad. Mirar y ver, reparar en las cosas y en las personas. Romper con la prisa y la indiferencia. Es verdad que a veces no valoramos la belleza de nuestro alrededor por suficientemente conocida y abordada, pero hay cambios imperceptibles. De repente somos extraños dentro de nuestro ambiente. Algo cambió y no nos dimos cuenta porque mirábamos sin ver.
ReplyDeleteSaludos
Hoy he sido turista en mi propia casa. Desde hace tiempo tengo colgado en el pasillo un cuadro de un árbol y hoy al pasar por delante, por primera vez he sentido el viento que mueve sus hojas. Nunca había visto ese cuadro. Y lo había mirado muchas veces.
ReplyDeleteEs curioso, pero creo que el mayor defecto que tenemos los sevillanos es precisamente lo que le pasó a tu compañero de viaje: ya podemos ver la mayor maravilla del mundo, que nos parecerá pequeña al lado de Sevilla, o al menos igual: difícilmente un sevillano admitirá que hay algún sitio mejor que Sevilla, lo que nos da un aire provinciano que echa para atrás.
ReplyDeletePortarrosa lanza la piedra y Carmen la recoge. Pero no creo que sea algo privativo de los sevillanos. Y además, se puede ver de otra forma: queremos de alguna forma apropiarnos lo que no conocemos y quizás por eso lo asociamos a algo que ya es nuestro. Pasa cuando nos presentan a alguien y pensamos (o incluso lo decimos) que se parece a otra persona. He leído a un joven filósofo suizo que proponía como vía de acceso a la cultura hacer asociaciones...en cualquier caso, he de reconocer que la parte de Estocolmo que se decía era una zona de embarcadero, con casitas de colores, y que realmente recordaba a la calle Betis. Y además, qué caramba, Sevilla es preciosa.
ReplyDeleteTu comentario, Gatito, sobre los cambios que se van produciendo es muy cierto. Podemos quedarnos con una foto vieja de las cosas...hay que tenerlo en cuenta. Gracias.
ReplyDeletePrincesa: cuando leí tu comentario fui feliz. Gracias de nuevo.
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